Beber agua es una de las recomendaciones más repetidas por médicos y nutricionistas. Sin embargo, muchas personas subestiman su importancia, especialmente cuando no sienten sed. Lo cierto es que la deshidratación tiene efectos mucho más profundos que solo hacernos sentir sedientos o fatigados. Cuando no tomamos suficiente agua, nuestro cuerpo —y especialmente el cerebro— se deshidratan
¿Sabías que la deshidratación afecta directamente la circulación sanguínea y la oxigenación cerebral? En este blog te explicamos cómo sucede, qué señales debes tener en cuenta y cómo asegurarte de mantenerte bien hidratado durante todo el día.
¿Cuánta agua deberías beber realmente?
La recomendación más conocida dice que debemos beber entre 1.5 a 2 litros de agua al día, lo que equivale aproximadamente a 8 vasos. Pero esta cifra puede variar según el clima, la actividad física, la edad y las condiciones de salud.
La clave está en mantener un equilibrio entre el agua que perdemos y la que ingerimos. El cuerpo pierde agua constantemente: al respirar, sudar, orinar e incluso al hablar. Si no reponemos estos niveles, aparecen los síntomas de deshidratación.
¿Qué pasa en tu cuerpo cuando no tomas suficiente agua?
Cuando estás deshidratado, el volumen de sangre disminuye, lo que significa que el corazón tiene que trabajar más para bombear sangre y oxígeno a todo el cuerpo. Esto provoca cansancio, mareos e incluso una disminución en el rendimiento físico y mental.
Pero el impacto no termina ahí: el cerebro también sufre por la falta de agua. La deshidratación reduce la cantidad de oxígeno disponible para las neuronas, lo que afecta tu concentración, memoria, reflejos y estado de ánimo.
Señales de que podrías estar deshidratado (aunque no tengas sed)
No sentir sed no significa estar bien hidratado. Estos son algunos síntomas sutiles de deshidratación:
- Dolor de cabeza o presión en las sienes
- Boca seca y lengua pastosa
- Orina de color amarillo oscuro o con olor fuerte
- Cansancio sin razón aparente
- Irritabilidad o dificultad para concentrarte
- Mareos al levantarte
- Palpitaciones o sensación de que el corazón late más fuerte
Si experimentas varios de estos síntomas, es hora de tomar un vaso de agua y hacer una pausa para evaluar tus hábitos de hidratación.
La deshidratación y la circulación sanguínea
El agua es un componente esencial de la sangre. Cuando hay menos agua disponible en el organismo, la sangre se vuelve más espesa, lo que ralentiza su flujo y hace que el corazón tenga que esforzarse más para distribuirla. Esto puede afectar la presión arterial, incrementar el riesgo de coágulos y dificultar el transporte de nutrientes.
En personas con enfermedades cardiovasculares, la deshidratación puede agravar los síntomas y aumentar la posibilidad de complicaciones. Por eso, en nuestras consultas de medicina preventiva y salud cardiovascular, hacemos énfasis en la hidratación como parte del cuidado integral del corazón.
El cerebro necesita agua para funcionar
Nuestro cerebro está compuesto en un 75% por agua. Cuando el cuerpo se deshidrata, el tejido cerebral literalmente se encoge, provocando sensación de confusión, fatiga mental y alteraciones del estado de ánimo.
Además, la falta de agua reduce la producción de neurotransmisores esenciales como la serotonina y la dopamina, lo que puede aumentar el riesgo de ansiedad, irritabilidad o incluso depresión leve.
¿Cómo mantener una buena hidratación diaria?
Aquí van algunas recomendaciones prácticas para incorporar el agua como parte natural de tu rutina:
1. Comienza el día con agua
Beber un vaso de agua al despertar ayuda a activar tu metabolismo, mejorar la digestión y compensar la pérdida de líquidos durante el sueño.
2. No esperes a tener sed
La sed es una señal tardía de deshidratación. Toma agua en pequeños sorbos durante todo el día, especialmente si estás expuesto al calor o haces ejercicio.
3. Lleva siempre una botella contigo
Tener una botella reutilizable a la mano te ayudará a recordar que debes beber agua con frecuencia, incluso durante reuniones o desplazamientos.
4. Consume alimentos con alto contenido de agua
Las frutas como la sandía, el melón, la naranja y la piña, y verduras como el pepino o la lechuga, aportan agua y minerales esenciales.
¿Y si no me gusta el sabor del agua?
Hay personas que simplemente no disfrutan beber agua sola. En ese caso, puedes probar:
- Agua con rodajas de limón, menta o pepino
- Infusiones sin azúcar
Eso sí, evita sustituir el agua por bebidas azucaradas o energizantes, ya que estas pueden generar el efecto contrario al hidratarte.
Conclusión
La hidratación es un pilar fundamental de la salud. No se trata solo de evitar la sed: beber suficiente agua diariamente protege tu circulación, mejora tu oxigenación cerebral y te ayuda a pensar con claridad y sentirte con más energía.
Si sueles olvidar tomar agua o pasas muchas horas sin hacerlo, haz pequeños ajustes en tu rutina. Tu cuerpo —y especialmente tu cerebro— lo notarán.
Y recuerda: si presentas síntomas recurrentes como fatiga, dolores de cabeza o presión baja, agenda una valoración médica en NeuroCardio Team.